jueves, 8 de noviembre de 2007

Alternativas a los biocarburantes

El pasado día seis de noviembre tuve la oportunidad de asistir a una conferencia del Profesor de Ingeniería Química de la Universidad de California (Berkeley), Tadeusz Patzek, que bajo el título “¿Cómo podemos sobrevivir a nuestro estilo de vida?” exponía claramente su rechazo a los biocarburantes. Debo reconocer que fue una charla muy interesante y para mí resulto curioso el poder ser testigo de una situación en la que se cambiaban los papeles entre audiencia y ponente respecto a lo que estoy acostumbrado. Habitualmente el ponente es pro-biocarburantes y la audiencia es, cuando menos, escéptica. Sin embargo, en esta ocasión, el ponente era anti-biocarburantes y la audiencia mayoritariamente favorable a los mismos, pues se celebró en Estocolmo, capital de un país totalmente comprometido con el bioetanol desde hace muchos años.
El Sr. Patzek no se acobardó y expuso con claridad y rigor todos sus argumentos y planteó sus preocupaciones ante una utilización a gran escala de los biocarburantes. Estas preocupaciones se resumen en dos: Cómo garantizar la biodiversidad y cómo utilizar los biocarburantes sin alterar las condiciones de vida y los ecosistemas de los países del tercer mundo.
Debo decir, que yo, como defensor de los biocarburantes también comparto esas preocupaciones, ¿cómo no?, y creo que cualquiera que esté un poco comprometido con la utilización de las energías renovables, trata de que éstas tengan el mínimo impacto posible en el ecosistema, porque precisamente de eso se trata.
Es por eso, y creo que ya lo comenté en algún artículo anterior, que la Comisión Europea va a incluir en la nueva Directiva de Biocarburantes, la certificación de procedencia de los mismos, penalizando a aquellos cuya producción haya representando la destrucción de humedales o selvas.
El Sr. Patzek aportó algunas soluciones alternativas, como la utilización de vehículos eléctricos movidos por energía solar fotovoltaica o hidroeléctrica. Soluciones, que al menos en Europa, no tienen mucho sentido, pues se trata de unas energías que tienen ya un gran desarrollo e implantación en Europa y afortunadamente cubren buena parte de la demanda eléctrica actual. El poner más hidroeléctrica o fotovoltaica, lo que nos permitiría sería prescindir de centrales de carbón, de petróleo o de gas, pero sería una equivocación sustituir el parque móvil por vehículos eléctricos, pues con ello aumentaríamos la demanda eléctrica e irremediablemente volveríamos a necesitar las centrales a base de combustibles fósiles.
Luego, no nos engañemos. Si compramos un coche eléctrico, aumentamos la demanda eléctrica y esta nueva demanda se cubre con energía fósil, porque la eléctrica renovable ya tiene un fin asignado.
Si esta solución es rechazable, mención especial merece otra de las soluciones aportadas: la utilización de GNC (gas natural comprimido) en los vehículos. No es mala solución si lo que pretendemos es alargar nuestro sistema actual, 50 años más. Y luego ¿qué?. Nos propone sustituir el petróleo, un combustible altamente contaminante y finito, por otro, un poco menos contaminante e igualmente finito. Sin comentarios.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El Sr. Patzek tiene mucho sentido. La economía que vivimos está basada en la productividad energética. La extracción de minerales en forma de combustibles (petróleo, carbón) o pechblenda (uranio) permite establecer sistemas energéticos tremendamente eficaces; Invertimos unas pocas unidades de esfuerzo energético y multiplicamos esa energía con nuestros sistemas productivos (motores combustión interna, turbinas, otros) en factores que se pueden ubicar entre 10 ó 100 veces dependiendo del origen del recurso energético.

Ahora, los biocombustibles cuyo origen se encuentra en los procesos entrópico biológicos, con eficiencias de conversión energética de algunos puntos percentuales (conversión de energía solar) pretenden ser un contribuyente sustancial (>10%) en las economías de occidente. Además, aunque la energía solar es gratis, no se puede prescindir de los inevitables insumos de agricultura intensiva moderna, los cuales tanto desde el punto de vista energético como de emisiones de gases radiantes asociadas destrozan toda esperanza de ventaja respecto a los combustibles fósiles.