viernes, 9 de febrero de 2007

La era de los biocarburantes

Reproduzco a continuación el capítulo de Introducción el artículo que escribí recientemente en ZERGAK (Gaceta tributaria del País Vasco) bajo el título "LOS BIOCARBURANTES Y LA FISCALIDAD COMO UNA HERRAMIENTA NECESARIA PARA SU PROMOCIÓN".


Nuestro planeta se calienta. Es un hecho y es la consecuencia de las decisiones tomadas por nuestros antecesores. No debemos culparles por ello, ignoraban las consecuencias que traerían al conjunto del planeta los procesos de rápida industrialización y consumo desmedido de energía. Lo triste es que nosotros sí conocemos las consecuencias y sin embargo, hemos continuado con este proceder tan egoísta para con nuestros descendientes.

Fotografías áreas demuestran cómo se está perdiendo superficie de hielo en los casquetes polares, síntoma inequívoco de que el planeta se está calentando y la causa de ello es el conocido “efecto invernadero” producido por los gases procedentes de la combustión, fundamentalmente por el CO2.
Vivimos en un mundo con grandes necesidades de energía que crecen día a día y que llevan muchos años siendo cubiertas esencialmente por los combustibles fósiles: el gas natural y el petróleo.
No se puede predecir con precisión el número de años que durarán las reservas existentes de petróleo. Algunos hablan de 30 años, otros de 40. Tampoco hay acuerdo en si hemos llegado ya al pico de producción a nivel mundial a partir del cual la producción anual comenzará a descender hasta agotarse definitivamente. Los más pesimistas afirman que dicho pico se producirá dentro de cuatro años. Los más optimistas dan diez años. En cualquier caso, una cosa es cierta, el petróleo se acaba y su final no está muy lejos.
Por otra parte, las curvas de previsión de demanda de energía a nivel mundial tienen unas pendientes de crecimiento muy pronunciadas, provocadas por el rápido desarrollo de países como China o Rusia.
En resumen, estamos en un momento preocupante: la demanda crece rapidísimamente y como consecuencia, producimos más CO2 y con ello, un calentamiento progresivo del planeta. Por si fuera poco, nuestra principal fuente energética se agota.
¿Debemos preocuparnos?. Por supuesto. ¿Debemos angustiarnos? Indudablemente, no. El mundo occidental y fundamentalmente Europa, lleva años adoptando medidas encaminadas a corregir esta situación. Lo que a todas luces parece una gran amenaza, debemos convertirlo en una oportunidad única de cambio y apuesta por un mundo más sostenible en el tiempo.
Llevamos años cubriendo parte de nuestra demanda energética con energías renovables. Energías inagotables que no hipotecan el futuro de nuestros descendientes. En los últimos años nos hemos acostumbrado a ver molinos de viento de modernos diseños en nuestros montes, placas solares en nuestros tejados o plantas de aprovechamiento energético de basuras o desechos forestales, en las afueras de nuestras ciudades.
Buena parte de nuestra demanda energética comienza a estar cubierta por estas soluciones y su potencial a nivel mundial es impresionante.
Sin embargo, el mayor problema se plantea en uno de los sectores de mayor consumo: el transporte.
La demanda energética en el sector transporte crece de un modo absolutamente descontrolado en todo el mundo, pero especialmente en el mundo occidental. En Euskadi el consumo energético en este sector se ha duplicado en los últimos 15 años, y progresiones similares se han dado en toda Europa. Afortunadamente se han producido grandes evoluciones tecnológicas en los motores de automoción, haciendo que se necesiten menos litros de combustible para recorrer las mismas distancias; sin embargo, los consumos globales siguen creciendo. La razón es que cada vez usamos más y más nuestro automóvil y recorremos mayores distancias con él. La buena situación económica de los últimos años, junto con unas cada vez mejoras infraestructuras, han contribuido a que las demandas de movilidad hayan crecido sin freno.
Tenemos pues, un sector descontrolado, y se trata además, de un sector con una dependencia casi total de los derivados del petróleo, especialmente en el caso del transporte por carretera.
Hasta aquí las malas noticias. La buena noticia es que tenemos la solución y además, está ya disponible: los biocarburantes.
Del mismo modo que para la demanda energética global veíamos a las fuentes de energía renovable como parte de la solución a adoptar, en el transporte debemos aplicar la misma receta. Debemos tratar de, en primer lugar, reducir al máximo el consumo, para posteriormente, tratar de que dicho consumo sea sostenible y respetuoso con el medioambiente.

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